Bienvenidos

Les damos la grata bienvenida a este pequeño (pero necesario) lugar de opinión. El objetivo principal que nos hemos propuesto en “La pelota sí se mancha” es la de mostrar una visión del fútbol pura, sin amiguismos y sin estar contaminados por la presión que genera trabajar en algún medio. Y la opinión nace de esta manera, hombro con hombro, y no alejados en la frialdad de un gigante.En este blog se hablará de fútbol, y de todo lo que lo concierne, ya que no es poco, y sin mucho esfuerzo se pueden atar cabos con cualquier otra ocupación, desde un simple espectáculo hasta asuntos meramente políticos.El fútbol es una religión, Maradona es el Dios, pero hemos quedados paganos, a la deriva, y sin una opinión que represente el decir popular. Por eso los invitamos a todos a que contribuyan con este espacio, para discutir temas que nos preocupan a todos los amantes de este deporte, y que no quieren que se manche más la pelota, porque no sólo se ha manchado con barro, sino que, lamentablemente también se ha manchado de sangre.

lunes, 7 de enero de 2008

La pantalla redonda

El 7° Arte y su bizarra, sensible y marketinera relación con el mundo del fútbol

Hay partidos malos, regulares, buenos, muy buenos y partidos de película. Pero también hay películas de partidos. No se extrañen si en este grupo de películas que se expondrá a continuación no hay ni una sola que sea de origen argentino, raro eso en nuestro país, que suele interesarse en lo propio y no en lo ajeno.
Pero más allá de la idiosincrasia de nuestro país, con la intromisión del fútbol en el séptimo arte – el cine – se vuelve una vez más a demostrar que este deporte crea un imaginario inagotable para poder contar un sentimiento, una emoción, un sueño o simplemente la vida. El fútbol termina siendo una excusa para poder relatar una historia.
La primera película que utilizó al fútbol – entre lo absurdo y lo bizarro, no por la idea sino por la ejecución de la misma – fue “Escape a la victoria”, donde un partido define la suerte de once prisioneros de un campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial. Entre la extraña gama de actores que componen los personajes de esta película nos encontraremos desde Silvestre Stallone, hasta Pelé, pasando por el mismísimo Osvaldo Ardiles.



Dejando de lado esta primera película sobre, o, de fútbol, las demás que fueron llegando siempre tocaron de lleno lo humano, se caracterizaron por tratar de demostrar la importancia de este juego en la vida de una persona. En 1999 una película volvió a relatar el fútbol con el drama de la Segunda Guerra, pero esta vez de forma mucho más adulta, por así decirle. En “El portero”, de origen español, Ramiro Forteza (un arquero de Primera División) se ha visto obligado a cambiar los estadios de fútbol por las plazas de las aldeas a causa de la guerra. Pero los bombardeos y el terror que sucumben a Europa no le alcanzan a este arquero para que los síndromes de abstinencia le broten a flor de piel, Por lo que Corteza se dispone a retar a todos los lugareños que va encontrando en su camino a que le marquen un penal a cambio de una simple, pero valiosa, moneda.
En el 2001 sale a la cartelera la antecesora de la exitosa "Kung-fusión", titulada "Shaolin-soccer". En este largometraje chino, el fútbol se entromete en las artes marciales. Sing, el protagonista de esta comedia de acción, tiene el sueño de popularizar el Kung-fu, ¿Y cómo se le ocurre hacerlo? Fácil, jugando al fútbol con piruetas, patadas, grullas y un sin fin de técnicas shaolines, de las cuales Krupoviesa pareciera haber aprendido.



Un año más tarde se estrena en todo el mundo “Quiero ser como Beckham”, y no precisamente estamos hablando de la historia de un metrosexual, sino la de una joven india que, a pesar de la tradición de la familia y la presión que ésta ejerce sobre la adolescente, se embarca en un largo viaje para llegar a ser futbolista profesional. El objetivo principal de Jess es el de jugar en la liga profesional de Estados Unidos y el de no seguir las pautas que impone la familia. Pero también desea conseguir el amor del entrenador de su equipo, del que, oh casualidad, su mejor amiga del equipo también está enamorada.
En el año 2003, sale al mercado una de las películas más interesantes sobre este deporte, la española “Días de fútbol”. La trama se basa en la vida de unos treintañeros en decadencia, todos combatiendo contra sus propias vidas, sus fracasos y sus desesperanzas. Pero el fútbol vuelve a demostrar que apenas por un ratito puede dar felicidad, que no es poco en ésta (ni en ninguna) época. Entonces a este grupo de hombres, se les ocurre volver a armar el equipo de fútbol que tenían cuando eran niños, y se proponen disputar, para tratar de al menos ganar algo en la vida, un torneo de fútbol 7.
Nos vamos tres años más hacia delante, y nos encontramos con “La gran final”, una coproducción alemana-española, donde se demuestra la diversidad de culturas y que la globalización no es la que unifica a la gente, sino que lo es el fútbol (¿o una es consecuencia de la otra?). En este film, nos encontraremos con una familia de nómades mongoles y, al otro lado del planeta, unos indios amazónicos que, como en otros lugares recónditos del mundo, hacen lo imposible para conseguir un televisor y lograr ver la Copa del Mundo.
El material es de más interesante, para cuando no nos basta el fútbol cotidianamente sino para cuando lo queremos ver reflejada en un historia, en una pasión, en un sueño o en uno mismo, aunque lamentablemente esta clase de películas no abundan demasiado.



MAURICE JALFON




lunes, 24 de diciembre de 2007

Un bigote y un amor (Apología de La Volpe)

En un caso digno de análisis psicológico, mi manía de llevarle la contra a la mayoría otra vez ha ganado la pulseada interna. Una vez un amigo me hizo notar mi característica separación de las tradicionales antinomias (no soy ni de River ni de Boca, no soy peronista ni radical, no soy beatle ni rollinga, etc…), lo que me daba la chance de quedar exento de una nueva “disputa nacional”. Pero no. Mi cerebrito no se pudo quedar tranquilo al ver que los mismos periodistas que despotrican acerca de lo resultadista que se ha tornado el fútbol actual emplearon términos como “fracaso estrepitoso” ante el subcampeonato obtenido por Boca en el Apertura 2006. Es cierto que era un campeonato casi ganado, pero esas cuatro palabras en un mundillo como es el del fútbol – imprevisible como pocos – resultan determinantes.
Para Ricardo La Volpe el 13 de diciembre del año pasado fue Devoto (Pagani dixit). Y a partir de allí comenzó un periplo que incluyó un trueque y un comentado paso por Vélez Sarsfield. Etapa que, como la emprendida en el club de la Ribera, no terminó de la mejor manera. El Bigotón llegó al fútbol argentino y, para bien o para mal, ya ha dejado su huella en el poco tiempo que estuvo. Múltiples cuestionamientos, la final perdida con Estudiantes, un gran descontento de ambas hinchadas… Son muchas los aspectos que me imposibilitan defender al Richard. Sin embargo lo voy a hacer. No se por que, pero lo voy a hacer.
No considero que – como más de uno ha querido vender – La Volpe sea el gran sabio, el DT que llega desde tierras aztecas a enseñarnos como se juega ahora en el mundo; asimismo, tampoco creo conveniente que se lo tilde de burro y de que no sabe absolutamente nada de fútbol. Para mí la diferencia radical se encuentra en que hay dos personalidades en una en el ahora desocupado técnico: una mediática, realmente aborrecible y llena de soberbia y pedantería, que es la que más se sobresalta; y por otro lado, la otra faceta. Quizás la más importante. Cuando habla de fútbol. Será por su gran capacidad de discurso, pero cuando habla te dan ganas de escucharlo. Con referentes tan variados como incompatibles (Bielsa, Menotti, Arrigo Sacchi, Louis Van Gaal, etc), La Volpe llegó al país con la intención de revolucionar al fútbol autóctono. Sólo de esa manera se pueden entender los constantes inventos que promovió tanto en Boca como en Vélez. La mayor parte de estos no rindieron sus frutos, es cierto, pero la sola vocación de intentar un cambio en un ambiente en el que “todo pasa” y no pasa nada, ya requiere de mis respetos. Un tipo que se puso a explicarle a Gago la diferencia en el funcionamiento de un equipo con un cinco como Matthaeus u otro como Batista no es habitual en nuestro país. De sólo imaginarme la cara del ese entonces cinco bostero ante tal explicación me da un ataque de risa.
Claro, ¿como puede ser que un tipo venga a hablarnos de fútbol a nosotros? ¿Un tipo que dirigió a equipos en el país de Chespirito se cree que puede venir acá, adonde hay millones de técnicos, y ponerse a hablar de disciplina táctica, triangulaciones y demás? ¡Encima predica que no se puede seguir jugando con enganche! Sacrilegio total. Un tipo que habla de la manutención de los códigos de la vieja usanza tampoco podría ser bien recibido. Un tipo que puede llegar a afirmar “El precepto N° 1 es jugar al fútbol. No me gusta ganar por un corner o un tiro libre. Los trabajo, pero me gusta ganar un partido por jugar mejor que mi rival, porque tuve la pelota, porque tuve más opciones” no va con este mundo, si ahora las jugadas de pelota parada son el arma predilecta para ganar un partido…
Uy. Como diría Mafalda: ¡la pucha! En un ambiente tan cargado de vedettismo, de cifras estrambóticas por mercancías, digo, por jugadores y demás, yo me pongo a hablar de fútbol… Y todo por este tipo. Un tal Ricardo La Volpe.

PD1: Disculpen por la ironía del final. Cuando quiero soy muy irónico.
PD2: Espero los insultos de los hinchas de Boca. No se repriman, por lo menos con mi colega Mauri vamos a tener la satisfacción de que alguien entra y lee nuestros divagues…


Mariano Hernán Potel

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Los verdaderos 10 mandamientos Por Maurice Jalfon


& Lo colores de tu cuna y de tu tumba serán los mismoss

& Santificarás los mundiales

& No desearás al jugador de tu prójimo

& Irás a rezar al estadio, al menos una vez por semana

& No pronunciarás el nombre de Maradona en vano

& Honrarás a tu pelota y a tu camiseta

& No meterás goles en contra

& No tomarás del bidón de Branco

& Tu única santidad será el gol

& Amarás al fútbol por sobre todas las cosas

lunes, 26 de noviembre de 2007

La Pelota Retro: "La Guerra del Fútbol"


El increíble conflicto bélico del que participaron Honduras y El Salvador en 1969.

El plan rumbeaba por los rieles indicados. El odio entre los pueblos vecinos iba in crescendo, y sólo faltaba un detonante para que la confrontación fuera un hecho. A pesar de las diferencias entre ambos, los dictadores Fidel Sánchez Hernández (El Salvador) y Osvaldo López Orellano (Honduras) habían confiado en una salida rápida ante la crisis económica y social en sus países: como fue, es y será, la idea de un enemigo externo era muy tentadora ante la necesidad de voltear la vista del pueblo de los problemas internos. Pero faltaba algo. Y como tantas otras veces, el fútbol (con su incomparable capacidad para obnubilar a las masas cuando es utilizado sistemáticamente) fue el pretexto perfecto: una eliminatoria mundialista fue la coartada – no la causa – de una disputa que es reconocida como “La Guerra del Fútbol”.
Corría el año 1968 cuando en Honduras se celebraron unas elecciones municipales que, enmarcadas en actos de violencia y denuncias de fraude, provocaron la furia de los hondureños; los hasta ese entonces seis años de mandato del Gral. Orellano peligraban. Astuto, el gobierno militar aprobó, a comienzos de 1969, una reforma agraria para paliar los problemas económicos. Pero la medida no venía sola: con la reforma, los casi 300.000 salvadoreños que trabajaban como campesinos ilegales en el país vecino fueron deportados. Y no sólo eso, sino que también fueron utilizados como “chivo expiatorio”, ya que los medios se encargaron de sustentar la teoría de que estos trabajadores eran los culpables de las penurias hondureñas.
Por el lado de El Salvador la situación tampoco estaba muy calma. La gran cantidad de habitantes y el poco territorio disponible eran un caldo de cultivo pronto a estallar. Y para colmo de males, el regreso de los deportados era un nuevo inconveniente para el autodenominado “Excelentísimo Señor Presidente de la República”, Fidel Hernández. Pero el mandatario no contaba con que tendría algo a su favor: los despojados campesinos volvían al país con historias de maltratos, violaciones y muerte perpetradas por sus vecinos. La confrontación, aunque sin llegar a las armas, había empezado.
En el medio, las eliminatorias para México 1970. Y entre acusaciones mutuas y exacerbaciones nacionalistas por parte del periodismo y el poder político, un antojadizo calendario dijo que debían enfrentarse los seleccionados de El Salvador y Honduras. Ida y vuelta. Algunos presagiaron un desastre, pero nunca se imaginaron hasta que límite se llegaría. El primer partido se jugó el 6 de Junio en Tegucigalpa. Los hinchas hondureños se agolparon en el hotel de los visitantes la noche anterior, y se encargaron de que los jugadores pasaran una mala noche, cantando y arrojando piedras a las ventanas del complejo. Finalmente, los locales se impusieron por 1-0 y esperaban con tranquilidad la revancha. Pero ésta – disputada nueve días después en San Salvador – tuvo incidentes mucho más graves: los jugadores hondureños fueron directamente atacados y doce hinchas visitantes murieron tras una gresca producida en la tribuna. El 3-0 de los salvadoreños resultó anecdótico ante una situación que ya había ocasionado el cierre de la frontera entre ambos países. A pesar de todo, el 27 de Junio se jugó el partido desempate en el Estadio Azteca, en México DF. Con un gol de “Pipo” Rodríguez, El Salvador derrotó a Honduras por 3-2 en el tiempo suplementario y consiguió el derecho a jugar contra Haití por un lugar en la cita mundialista.
El reclamo hondureño ante la FIFA por las irregularidades en la revancha no prosperaron, y una semana después del último encuentro ambos países rompieron relaciones diplomáticas. Finalmente, el 14 de Julio fuerzas salvadoreñas invadieron Honduras y hasta llegaron a tomar posesión de varios pueblos, dando comienzo a la guerra. La respuesta hondureña no se hizo esperar, pero una rápida negociación de la OEA (Organización de Estados Americanos) posibilitó un alto al fuego que se hizo efectivo seis días después comenzada la contienda.
Casi 6.000 muertos (en su mayoría civiles) y alrededor de 200.000 heridos fueron el saldo de un disparate político que manchó a un deporte que nada había hecho al respecto. Porque como sostuvo Gregorio Gundio Núñez – técnico de esa selección salvadoreña –: “el fútbol fue una excusa para crear un conflicto armado que ambos gobiernos militares necesitaban”
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Mariano Hernán Potel